Helada, la primera novela larga de Bernhard (1963). ¡Enfrentarme de nuevo a ella después de tantos años! ¿Sufriré una decepción? ¿Será una obra inmadura! ¡No! ¿Una obra de transición? ¡De ninguna manera! ¿Una obra maestra comparable a La montaña mágica? Bueno, no pocos han querido ver en Helada una especie de homenaje a la magna obra de Mann -quizás los diálogos entre Strauch y el narrador rememoran los de Settembrini y Castorp-. Pero, ¿de qué trata? Es la historia de un estudiante de medicina que recibe el encargo del Ayudante del director del Hospital donde hace prácticas estudios --el cirujano Strauch- para que vigile a su hermano, pintor -que ya no pinta-, enfermo -de a mente, quizás, sin diagnóstico-, y que se aloja en un mesón perdido en la localidad montañosa de Weng. Ya desde el principio consigue el acercamiento al pintor Strauch. Las disertaciones filosófico negativistas de éste conllevan gran parte del texto -el lector se ve inmerso en su particular mundo de soledad y misantropía-. La situación del protagonista es difícil. En realidad no conoce cuál puede ser la enfermedad del pintor Strauch -ni si debe acometer la empresa desde los términos científicos-. Así mismo debe pasar por un absoluto desconocido y evitar que Strauch lo relacione con su hermano médico. Para ello finge ser estudiante de Derecho. Este hecho se verá amenazado por la actuación del narrador frente a una hinchazón en el pie de Strauch, para el que le recomienda reposo y unos emplastos. El pintor Strauch hace tiempo que no pinta. Antes, cuando vivía en la ciudad, se encerraba durante días a oscuras en su habitación, en su taller particular, y cuando al cabo de un tiempo descorrí alas cortinas para ver el resultado de su esfuerzo descubría que todo había sido inútil, ¡un auténtico fracaso! Pero, por dios, ¿a quién se le ocurre pintar a oscuras? La galería de personajes es de lo más esperpéntica. Desde la mesonera -quien denunció a su marido por asesinato, un asesinato que saldrá también en la novela Trastorno-, hasta el ingeniero que construye una enorme central eléctrica cerca del pueblo, pasando por el desollador y enterrador o por el gendarme. Temas comunes en la obra posterior bernhardiana: obsesión por la lectura de los periódicos; Pascal; proceso de desintegración mental de uno de los personajes; desubicación familiar y geográfica de ese (y/u otro personaje);
El pintor Strauch lee constantemente a Blaise Pascal (el más grande), y lleva encima siempre un libro guardado en el bolsillo de la chaqueta, el cual saca en cualquier momento bien sea para leerlo bien no -puede estar un día entero pensando en una simple frase de Pascal-.
Ya leía Strauch a Pascal en su época de profesor: "Se sentaba siempre en un banco y se enfrascaba en su Pascal, y dejaba que los alumnos hicieran lo que quisieran" -recuerdo a cierto profesor de gimnasia -¡ha venido Pancho!- que casi nunca aparecía por el colegio pero cuando lo hacía, todos, vestidos con el chándal que no sabíamos si llegaríamos a utilizar, saltábamos de alegría, luego nos dejaba jugar a futbito y él se ponía a tomar el sol en las gradas-. El narrador sin embargo se ha llevado a su temporal retiro de Weng una novela de Henry James, una novela de la que desconocemos el título.
Algunas historias secundarias interpuestas en Helada:
- la de los ladrones de vacas: Strauch ha presenciado la escabechina -visto los cadáveres, la sangre en el río...- pero no da parte del asunto (p.318 "sin duda eran tres vacas y un ternero"; "Era sólo una suposición").;
- la de la campesina muerta en el incendio de su casa;
- la del asesinato de un cliente a manos del mesonero -ahora en prisión-.
Algunas historias paralelas a través de personajes secundarios (no el narrador, no el pintor Strauch):
- la relación entre el desollador y la patrona o mesonera;
- la relación epistolar entre la patrona y su marido en presidio;
- la historia del gendarme;
- la historia del talento organizativo del ingeniero; ...
Visión episódica del la vida del pintor Strauch:
- como maestro auxiliar (genial optimización del recurso bernhardiano en cuanto a hipótesis dramática grotesca);
- la relación con sus hermanos;
- la relación con su arte;
- su teoría de la carne de perro en los menús del mesón;
La visión interior del narrador en cuanto a su posición como psicoanalista improvisado:
- el delirio por el diagnóstico de Strauch (enfermedad de sucesión hereditaria interior o bien enfermedad de la descomposición; resonancias de la muerte (en su cerebro);
- las 6 cartas al ayudante Strauch;
- su método de trabajo.
Observamos a lo largo de la novela cómo el propio narrador se va impregnando de la particular teoría espiritualista (negación del ser humano) por parte de Strauch, transformación que derivará en las caóticas y desesperanzadoras cartas del final.
Avances filosóficos de Strauch.
Tenemos varias muestras del genio coloquial de Strauch, su filosofía nace a partir de la negación de la Filosofía, concentrando en su discurso una paradoja de hermosa caducación. Así observamos en Strauch:
- Cómo los conceptos propios se definen como reformulación de su hipotético equilibirio -inexistente-: "Trabajo con mis conceptos, que he arrancado a lo caótico, totalmente por mí mismo", p 91.
- Un siniestro desafío a la Filosofía desde el conservadurismo sofístico: "Con la Filosofía no se podía avanzar un paso "Nada es progresista, pero nada es menos progresista que la Filosofía. El progreso es un absurdo. Imposible."
- Desencuentros con: la verdad, la armonía de la verdad, la búsqueda de lo extraordinario, lo imaginado como falso; a partir de una desgraciada extravagancia.
El estilo aún no ha alcanzado el refinamiento del Bernhard de Corrección o La calera, por ejemplo, pero los temas -el pensamiento, el suicidio, el desarraigo, la misantropía, la soledad, el ensimismamiento, la locura, la ruralidad frente a la urbanidad, el falso academicismo, el aislamiento, etc...- ya son los característicos de la obra posterior de este austríaco inmortal. Se echan en falta, no obstante, dos de los sustantivos capitales en el Bernhard de a partir de La calera que son: el trabajo intelectual, y la casa natal que aniquila.
En general ha sido un buen reencuentro con esta Helada, una lectura muy apropiada para disfrutar en estos días de frío siberiano que azota a la península.
Trato de acabarme este libro largo y bastante pesado depués de haberme leido Corrección, que me pareció genial por su estilo, mucho más directo e instintivo. El estilo reiterante y paranóico que utiliza en Corrección se echa de menos en Helada.
ResponderEliminar