miércoles, 11 de enero de 2012

Extinción de Bernhard (2): 6 notas y un resumen sobre el fracaso hegeliano, las artes modernas y lo incomprensible en lo filosófico.


Estaba yo ahí releyendo Extinción de Thomas Bernhard y me dije, qué cosas se le ocurrían a este Bernhard.
Nota 1: Thomas Bernhard. Extinción. Sobre el fracaso.
Inmediatamente después pensé que lo que acababa de pensar era, sin embargo, un absurdo completo o, por lo menos, una extravagancia que no conducía a nada, un fracaso del pensamiento.”
Me dije: absurdo, extravagancia, fracaso, tres conceptos similares y no excluyentes. Tres conceptos maravillosos en su relación con la extinción.
El destino de todo pensamiento:
Para llevar a cabo ese pensamiento de que los de Wolfsegg son los de su tiempo y no las gentes del mundo restante, pensé, hubiera necesitado a Zacchi, o a Gambetti, hubiera sido igual, solo, he fracasado en ese pensamiento como en tantos pensamientos pensados por mí, he sido víctima de un sofisma, de una impertinencia del pensamiento, según pensé. Pero tenemos que considerar siempre la posibilidad de fracasar, de otro modo terminamos abruptamente en la inactividad, pensé, lo mismo que, fuera de nuestra cabeza, no tenemos que actuar contra nada con mayor decisión que contra nuestra inactividad, también dentro de nuestra cabeza tenemos que actuar de la misma forma contra la inactividad, más o menos con la brutalidad que nos corresponde. Tenemos que permitirnos pensar, atrevernos incluso a riesgo de fracasar pronto, porque nos resulte súbitamente imposible. A ordenar nuestros pensamientos, porque, cuando pensamos tenemos que considerar siempre todos los pensamientos que hay, que son posibles, fracasamos siempre como es natural, al fin y al cabo, siempre hemos fracasado en el fondo, y todos los otros también, se hayan llamado como se hayan llamado, ya pueden haber sido los mayores intelectos, de repente, en algún punto, fracasan y su sistema se derrumba como prueban sus escritos, que admiramos porque son los que más han avanzado en el fracaso. Pensar significa fracasar, pensé. Actuar significa fracasar.
Pero naturalmente no actuamos para fracasar, lo mismo que no pensamos para fracasar, pensé.
Nietzsche es un buen ejemplo de un pensamiento que ha llegado tan lejos en el fracaso que sólo puede calificarse de demencial, le dije una vez a Zacchi, pensé.”
Recordé que Bernhard era muy aficionado a Hegel, así que pensé que esta idea del fracaso inevitable quizás proviniera de Hegel.
Nota 2. Diccionario de las Artes. Azúa.
Recurrí al Diccionario de las Artes, de Félix de Azúa. Así en la palabra “Sublime” me topé con Hegel:
“…recordemos que unos años después de la muerte de Kant (lo sublime es un concepto fundamental de la filosofía kantiana) dictaría Hegel sus lecciones de filosofía de arte, en las que derribaría de su pedestal romántico a la categoría de lo sublime, sustituyéndola por la de “lo significativo”. En rudo contraste, “lo bello”, para Hegel, quedaba adscrito a un pasado absoluto y casi pre-humano (o posdivino) cuya perpetua presencia bajo la forma del culto a Grecia iba a tener consecuencias imprevisibles.
Deseo subrayar que Hegel hizo de lo bello algo sublime. Al introducir como medida artística “lo significativo” (hasta entonces reservado a la filosofía y la ciencia), de inmediato “lo bello” ascendió un grado en la escala de los valores artísticos. Y eso es lo sublime: el ascenso.”
Me preguntaba si Hegel no habría fracasado en esta idea de equiparar lo bello con lo significativo, o de sustituirlo, o de aniquilarlo, por emplear un término bernhardiano. Pensé que el desarrollo de estas citas, su concatenación, en resumidas cuentas, al final y en fin de cuentas –expresión según el traductor de Bernhard, Sáez, según Bernhard-, era torpe e incoherente, era, en realidad, un fracaso. Esto me alentó en el intentó de completar este comentario sobre Extinción de Thomas Bernhard.
Nota 3. Thomas Bernhard. Extinción. Los avances filosóficos de Murau.
La relación de Bernhard con los filósofos es muy íntima. A veces, a ratos, la narrativa de Bernhard me parecía eminentemente filosófica, quise deducir el porqué de esta impresión, el hecho de que los pensamientos del narrador siempre efectuaran un recorrido anabólico me daba alguna pista, si bien no la fundamental y decisiva.
El propio Murau en Extinción se refería a una serie de pensamientos filosóficos y de su particular origen  de forma estimable:
“…el hecho de pasar una noche completa de insomnio había sido favorable, incluso ideal, le dije a Gambetti, tenemos que estar agradecidos por cada noche de insomnio de nuestra vida, Gambetti, le había dicho a éste, porque en cualquier caso nos hace avanzar filosóficamente.”
Pero qué era avanzar filosóficamente. ¿Cualquier pensamiento nos hacía avanzar filosóficamente?, me preguntaba insomne en medio de la noche, releyendo Extinción de Bernhard.
Yo le dije, tienes que acercarte con cautela a lo filosófico, pero él no paraba, martilleaba una y otra vez la misma idea:
Nos acercamos a lo filosófico con cautela, le había dicho a Gambetti, y fracasamos, con la mayor precaución posible, y fracasamos. Incluso si nos aproximamos sin ningún miedo y desnudándonos de la forma más radical fracasamos. Como si no tuviéramos absolutamente ningún derecho a lo filosófico, le había dicho a Gambetti.”
Me preguntaba si habría tenido alguna dificultad con Nietzsche:
“… siempre había tenido yo las mayores dificultades con Nietzsche, y tampoco ese día había conseguido expresar nada oportuno sobre Nietzsche, mire Gambetti, le había dicho, me he ocupado durante decenios de Nietzsche pero no he avanzado, Nietzsche me ha fascinado siempre, pero al mismo tiempo nunca he comprendido de él casi nada. Si soy sincero me pasa lo mismo con todos los demás filósofos, le había dicho a Gambetti, con Schopenhauer, con Pascal, por no citar más que a esos dos además de Nietzsche, todos siempre difíciles par mí durante toda mi vida, que nunca he conseguido descifrar ni siquiera en sus comienzos y que han sido siempre chinos para mí, cuando me he sentido siempre atraído y entusiasmado con ellos en el más alto grado.”
Nota 4. Alberto Savinio. Nueva Enciclopedia.
Me dije, voy a ver qué decía Savinio en su Nueva Enciclopedia sobre Nietzsche
Porque Nietzsche es lírico. No es nada más que lírico. Y no es “nada más” que lírico, es decir, está alejado de todo fin práctico. Digamos la palabra justa: es “gratuito”. Por lo cual su pensamiento, sus palabras, se aceptan gratuitamente, como simples iluminaciones líricas. No cabe jamás preguntarse, ante un pensamiento de Nietzsche “¿Qué quiere decir?”, y menos aún entenderlo o interpretarlo en el mismo sentido literal y transferirlo al terreno en el que las cosas “tienen un fin”, y se hacen “con vistas a un fin”.
¿Sería esa lírica gratuita lo que obstaculizaba a Bernhard en su comprensión de Nietzsche?, me pregunté entre tinieblas y acordes de Mozart, en la medianoche.
Continuaba Alberto Savinio, el hermano mayor de De Chirico: “Ante un cuadro que no muestra aspectos realistas, el hombre sin educación intelectual pregunta “¿Y qué quiere decir?”. El hombre sin educación intelectual asocia el valor con el objetivo” (es finalista).
¡El hombre sin educación intelectual! , ¡El hombre sin educación intelectual! me repetía una y otra vez, luego me dije, el hombre con educación intelectual puede justificarlo todo, las pinturas negras de Frank Stella, los campos color de Rothko, el dripping de Pollock,…, el educado intelectual tiene muchas ventajas sobre el no-educado intelectual, y esas ventajas son a su vez sus desventajas, me puse filosófico, ése que no comprende a Nietzsche es el único que entiende a Nietzsche, ése que comprende a Mondrian es el único que no entiende a Mondrian, ése que cree tener educación intelectual es el único que se preocupa por el concepto “educación intelectual”, me dije, apesadumbrado.
Nota 5. Nietzsche. Más allá del bien y del mal.
Me fui al Más allá del bien y del mal de Nietzsche. Me dije, veré si entiendo algo. Estuve hojeando un rato y encontré algo interesante, maravilloso, que no comprendí, por supuesto:
“¡Qué malvados pueden llegar a ser los filósofos! No conozco nada más venenoso que la broma que Epicuro se permitió contra Platón y los platónicos cuando los llamó dionysiokolakes. Literalmente y en un primer sentido, este término significa “aduladores de Dionisio”, esto es, esbirros del tirano, serviles cortesanos, pero además, quiere decir que: “todos eran comediantes”, que no había en ellos nada verdadero (pues dionysokolax era el calificativo popular que se aplicaba al comediante).”
La broma de Epicuro, pero qué bromista era Epicuro, nada más recordar la broma de Epicuro a los platónicos es que me parto de la risa.
De repente Nietzsche ve la luz en uno de esos momentos filosóficos impagables:
“Poco a poco he ido descubriendo que hasta hoy toda gran filosofía ha sido la confesión personal de su autor (aunque no lo haya pretendido ni haya tenido conciencia de ello) algo así como sus “memorias”.
He observado igualmente, que al verdadero germen vital del que ha brotado siempre la planta entera no ha sido otro que las intenciones morales (ó inmorales).”
Y yo me pregunto, todo el que escribe memorias, ¿es filósofo?
Como no tenía muy claro todavía el tema del fracaso, la educación intelectual (¿sólo el educado intelectual podía fracasar en el entendimiento de los filósofos e incluso del arte?, me preguntaba angustiado), continué mi incesante y anárquica búsqueda.
Nota 6. Arnold hauser. Volumen 5 de Sociología del arte: ¿estamos ante el fin del arte?
Por allí aparecía tímidamente Hegel.
“la aparición del antihéroe denota únicamente una carencia de lo heroico, sino también la conversión de la afirmación en la negación del héroe. En la dialéctica vinculada a este proceso se manifiesta del modo más claro la conciencia hegeliana “desgraciada”, desunida consigo misma, anónima, esto es, la conciencia que corresponde a la situación en que se encuentra el hombre a causa de la mecanización de sus actividades y de su aislamiento en medio de la sociedad industrial de masas.”
En esos momentos me acordaba del antihéroe del cine noir francés de los 50 y 60, del Belmondo de Godard, por ejemplo, intentaba encontrar una relación entre ambas identidades, la del antihéroe hegeliano y la del antihéroe godardiano, ¿eran el mismo?

Resumen y anticonclusiones:
Los avances filosóficos de Murau en Extinción eran producidos gracias al insomnio. Sin embargo Mauer no concebía avanzar en su comprensión de Nietzsche, por mucho que su fascinación por su obra fuera enorme, es decir, Bernhard fracasaba en su comprensión de Nietzsche. Como quiera que el arte moderno estaba destinado al fracaso en su comprensión, Savinio sale a nuestro rescate y dictamina que todo es un problema de educación intelectual. Como sigo sin tener muy claro qué es la filosofía ni cuál es el propósito del arte moderno cito a Nietzsche y me revela que la filosofía no es más que la comprensión de la propia existencia, o al menos la narración de dicha existencia. Como esta actividad necesita de la elaboración de pensamientos repesco las citas de Murau en Extinción y llego a la conclusión de que cualquier pensamiento está destinado al fracaso, con lo que concluyo que los llamados avances filosóficos nocturnos insomnes de Murau terminan en el fracaso, lo que me conduce a la conclusión definitiva de que la filosofía es un fracaso. ¿Y el arte moderno? Leía estos días el libro de Jon Thompson sobre Cómo aprender a leer la pintura moderno y estaba yo tan enfrascado en sus explicaciones técnicas que sólo un entendido intelectual podía seguir que llegué a la terrorífica conclusión de que aquellos textos de Thompson eran pura filosofía, puro pensamiento fracasado: Terminé de redactar el comentario y quedé contento del caos en el que había sumido al lector, del fracaso absoluto de mis intenciones de comprensión de Extinción, del arte moderno y de la filosofía, y de lo grotesco y ridículo de mi propuesta. 

1 comentario:

  1. Fracasa de nuevo, fracasa mejor. (¿Es necesario que lo ponga entre comillas?). Por cierto: ese Epicuro sí que sabía divertirse.

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