sábado, 21 de enero de 2012

Extinción de Thomas Bernhard (III): Goethe y otras preocupaciones.

Sobre Goethe.
No sale muy bien parado el "príncipe" de las letras germanas en Extinción de Bernhard. Recordemos algún pasaje del narrador Murau.
p. 429: Tenga cuidado, Gambetti, le dije a éste, guárdese de Goethe, levanta el estómago a todo el mundo, le dije, salvo a los alemanes, ellos creen que Goethe es una de las maravillas del mundo. Y, sin embargo, esa maravilla del mundo no es más que un pequeño hortelano filosófico y burgués.
En resumen, le dije a Gambetti, la obra goethiana es un huertecillo filosófico burgués. 
¡Huertecillo!
Goethe no ha alcanzado lo más alto en novela, le dije, en todo ha sido sólo la media. 
Bueno, Las afinidades electivas está bien, ¡le gustaba hasta a un personaje de una novela de Thomas Bernhard -¿Corrección?-! ¡Se la leía a sus hermanas! Bueno, al final no se la leía, hacía el intento, al final le leía un mapa de carreteras o algo así -pensaba que Las afinidades era demasiado elevado para ellas-.
"No es el mayor poeta lírico, no es el mayor prosista, le dije a G., y sus obras teatrales son, comparadas con las de Shakespeare, como un enorme perro pastor de los Alpes frente a un raquítico perro salchicha de las afueras de Frankfurt. "
Reflexionemos sobre esta comparación: Goethe comparado con Shakespeare es como un perro pastor frente a perro salchicha, entonces ¿Goethe es el pastor y Shakespeare el salchicha?
"El Fausto, le había dicho a Gambetti, ¡qué megalomanía! El intento totalmente fracasado de un megalómano escritor, le había dicho a Gambetti, a quien se le subió a la cabeza francfortense el mundo entero."
¡Megalomanía! ¿No es acaso la condición necesaria de todo genio el ser megalómano?¡Bernhard también!
En otra novela ya Bernhard -puede que La calera, no estoy seguro- había mostrado su predilección por el Goethe de Las afinidades electivas frente al Goethe de Fausto, así como por el Flaubert de Bouvard y Pecuchet frente al Flaubert más popular de Madame Bovary.
En esta ocasión parece renegar de cualquier faceta del genio de Weimar. 
Inciso: Walser y su Goethe.
Recientemente leí Un hombre enamorado, de Martin Walser, un autor del grupo del 47, grupo al que pertenecen también gente como Günter Grass o Ingeborg Bachmann. En ella se nos presenta a un septuagenario Goethe enamorado como un adolescente de una joven aristócrata. La figura del maestro queda caricaturizada, sus poemas de amor resultan de lo más cursi e ingenuo, su deambular alrededor de su obsesión renacida es patética. A lo largo del libro se hace mención a la defensa que continúa haciendo Goethe de su teoría del color, una teoría que ha sufrido duras críticas por parte de los expertos en arte. Ni siquiera la genialidad del gran autor le será suficiente para seducir a la joven. El libro, salvo algún lance ingenioso poco más da de sí. Las inquietudes creativas de Walser distan mucho de las de Bernhard y de las de Goethe por supuesto.
En otro momento de Extinción leemos:
p 220. Venimos de Roma desde semejante infierno provinciano e infame (Wolfsegg) y hablamos con todo el mundo de Schopenhauer y Goethe, y no nos avergonzamos. Es un impulso totalmente perverso el que seguimos. Realmente estoy deshaciendo y desintegrando a Wolfsegg y los míos, aniquilándolos y extinguiéndolos, y al hacerlo me deshago y me desintegro,me aniquilo y extingo. Verdad es que, le había dicho a Gambetti,.
Resulta un fastidio increíble llegar a Roma y hablar de Goethe ¡con todo el mundo! ¡desvergonzadamente!
Para Murau Goethe no es el mejor en nada –aunque cultiva varios campos, y esto no es reconocible siquiera por Murau-: “Hölderlin es el gran poeta lírico, le había dicho a Gambetti, Musil el gran prosista, y Kleist el gran autor dramático, Goethe no es ninguno de los tres”.
Pero es polifacético -y un genio-. Por cierto, se le olvida a Murau mencionar su lado artístico -y el viajero-.
Inseguridad del pensamiento.
p 118. “Decimos algo y lo vemos muy claro, y al instante siguiente no sabemos ya lo que acabamos de decir, le había dicho a Gambetti, acabo de decir algo sobre Montaigne, pero ahora, dos o tres segundos más tarde, no sé ya lo que acabo de decir real y verdaderamente sobre Montaigne.”
El tono paradójico del pensamiento es un recurso muy utilizado por Bernhard, de forma que la indecisión, la indefinición de lo ya dicho, la no reflexión o la no concordancia del momento con lo expresado, o la incertidumbre acerca de lo expresado está expuesto en una confesión que bien podría estar incluida en la propia divagación, es decir, no estar seguro de lo dicho sobre Montaigne, una sensación extensible a esta inseguridad de forma que se puede igualmente no estar seguro de no estar seguro de lo dicho sobre Montaigne –abriendo una puerta (desesperada) a la seguridad de lo ya dicho sobre Montaigne.
También podía haber optado por otra salida, ¡no decir nada sobre Montaigne!
Concepto de Extinción.
Dos interpretaciones claras y antitéticas sobre el significado del título Extinción:
1. La Extinción de Wolfsegg –a través de la novela planeada sobre Wolfsegg donde Murau pretende escribir todo sobre Wolfsegg, y así aniquilar Wolfsegg -un proyecto ya iniciado por su tío George-.
2. la Extinción del propio narrador, a modo de expiación, a través de esa novela que supondrá finalmente la autoextinción de Murau.
Pero creo que lo mejor será preguntarle al propio Murau, (p.403), a quien pude localizar en su residencia habitual:
Apéndice. Entrevista con el protagonista:
¿Tiene usted algo en mente actualmente?
Otra vez tengo algo en la cabeza.
Espero que no sea dolor..., ejem, nada, ¿Cómo se llamará ese algo?
Extinción se llamará probablemente.
Me lo temía...¿Cuál es el propósito de esa Extinción?
Con ello trataré de extinguir todo que se me ocurra, todo lo que escriba en esa Extinción quedará extinguido, me dije.
¿Cómo se le ocurrió ese título? Es ciertamente original.
Me gustaba ese título, de ese título se desprendía para mí una gran fascinación. Cómo se me ocurrió, no lo sé ya. Creo que es de Maria, que al fin y al cabo me llamó también una vez extintor. Que soy un extintor, afirmó. Y que lo que llevo al papel es lo extinguido.
¿Dónde piensa escribir esa novela, aquí en Wolfsegg o volverá a Roma?
En Roma intentaré escribir esa Extinción, pero me exigirá un año y no sé si tendré fuerzas para mantenerme dispuesto un año solo para esa Extinción.
Seguro que sí, gracias por su tiempo
Espere, no he acabado, quería decir que “escribiré esa Extinción y, una y otra vez, discutiré con Gambetti lo que se refiera a esa Extinción…"
 Sí, gracias, ya es suficiente…
….digo ¡que discutiré con Gambetti lo que se refiera a esa Extinción!, y con Spadolini y Zacchi y naturalmente con Maria, sin que sepan que tengo esa Extinción en la cabeza
Incluso una tercera idea sobre el origen de esa Extinción.
3. La Extinción de Wolfsegg a causa del accidente de tráfico donde los padres y el hermano de Murau encontrarán fatídicamente la muerte –hecho que convertirá a Murau en el heredero legal de Wolfsegg –de forma que Murau podrá así planificar la extinción de Wolfsegg de forma física y no sólo prosaica.
p. 302.
Cada periódico creía que tenía que superar ampliamente a los otros en su abyección. Extinción de una familia, y debajo, Tres aficionados a los concierto, mutilados hasta quedar irreconocibles, decía uno de los titulares.
La antiautobiografía.
Así como la autobiografía que estaba escribiendo el tío George y que guardaba en su pupitre de su residencia al sur de Francia y que fuera -sospecha Murau- eliminada por su madre -consciente de que supondría la Extinción de Wolfsegg- era en realidad una antiautobiografía la autobiografía de Murau -esta novela quizás- es en realidad también una antiautobiografía que pretende igualmente extinguir Wolfsegg.
Qué significado conllevaba el concepto de antiautobiografía era algo que yo me planteaba muy a menudo. Así pensé que era:
- Una autobiografía que eliminaba al autor pues refería su entorno y su relación con las personas del mismo -nunca centrada en el personaje en sí-;
- Una autobiografía que conducía a la extinción de algo o alguien -Wolfsegg y sus habitantes en este caso-;
- Una autobiografía que en realidad provocaba la extinción del autor por el consabido "efecto rebote";
- Una autobiografía tan mal escrita que sólo podía catalogarse de antiautobiografía.
En fin, les dejo con estos pensamientos.

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