Llego a mi casa del trabajo. Percibo un indeterminado estado de desesperación. Me pregunto qué es exactamente la desesperación y cómo puedo superarla.
David Foster Wallace en "Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer":
"La palabra se ha banalizado ahora por el exceso de uso, desesperar, pero es una palabra seria, y la estoy usando en serio. Para mí denota una adición simple: un extraño deseo de muerte combinado con una sensación apabullante de mi propia pequeñez y futilidad que se presenta como miedo a la muerte. Tal vez se parezca a lo que la gente llama terror o angustia. Pero no acaba de ser como esas cosas. Se parece más querer morirse a fin de evitar la sensación insoportable de darse cuenta de que uno es pequeño, débil y egoísta y de que, sin ninguna duda posible, se va a morir. Es querer tirarse por la borda."
Según el diccionario de la RAE. Desesperar. 1. Desesperanzar.
Conversaciones con Trastorno, de Thomas Bernhard.
"El dejarse ofuscar por los sentimientos, el no hacer nada contra el oscurecimiento -normalmente continuo- del espíritu llevaba a los hombres la desesperación."
Cuando uno se instala en la desesperación no le apetece luchar contra el oscurecimiento, de hecho se refugia en el oscurecimiento.
"Donde la razón manda la desesperación es imposible."
"Donde la razón manda la desesperación es imposible."
El problema de la razón es que siempre quiere llevar la razón.
"Cuando caigo en ese estado de total incomprensión, todo es desesperación en mí."
Es difícil comprender que exista un estado de total incomprensión (la incomprensión de la incomprensión).
Onetti en La vida breve:
"...si amaba y merecía diariamente mi tristeza, con deseo, con hambre, rellenándome con ella los ojos y cada vocal que pronunciara, entonces, estaba seguro, quedaría a salvo de la rebeldía y la desesperanza".
Es peor el remedio que la enfermedad, me digo.
Epílogo.
Onetti en La vida breve:
"...si amaba y merecía diariamente mi tristeza, con deseo, con hambre, rellenándome con ella los ojos y cada vocal que pronunciara, entonces, estaba seguro, quedaría a salvo de la rebeldía y la desesperanza".
Es peor el remedio que la enfermedad, me digo.
Epílogo.
Escribo esto y me digo, ¡ridículo, grotesco!, ¿por qué tuve que escribirlo? Luego me digo que hubiera sido igualmente ridículo no escribirlo, voy a reescribirlo, me digo, pero percibo una ridícula afonía, una afonía que no es metáfora, que es limitante, aunque es una afonía incierta, quizá propia de la inmadurez -o a lo mejor es que simplemente me estoy resfriando.
DFW, Bernhard, Onetti: será peor el remedio que la enfermedad -porque al mostrar los matices de la desesperación le ofrece campo abierto para que se expanda- pero ¡cómo la embellece!
ResponderEliminarsospecho que la deseperación debe ser un argumento, una herramienta, un sistema de defensa del organismo -como la fiebre ante las infecciones- a utilizar cuando una situación emocional es insoportable, y sí, es verdad, vero, leyendo a estos genios, casi no importa sufrir deseperación
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