jueves, 21 de marzo de 2013

Un párrafo de Gracq.

Félix de Azúa cita a Julien Gracq en su Diccionario de las Artes: "El mecanismo novelesco es tan preciso y sutil como el mecanismo de un poema, pero en razón de las dimensiones de la obra, y a diferencia de un soneto, pongamos por caso, desanima a un trabajo crítico completo. Así pues, dado que la complejidad de un análisis verdadero exceda las posibilidades del intelecto, la crítica de novelas sólo trabaja sobre mecanismos intermedios o arbitrarios, grupos simplificadores muy vagos y tomados en masa: ciertas "escenas" o algunos capítulos, por ejemplo, en lugar de un análisis palabra a palabra, como el que es habitual en un crítico de poesía. Y sin embargo, si la novela vale la pena, su avatar transcurre línea a línea, y debería discutirse línea a línea. No hay más "detalles"en una novela que en cualquier otra obra de arte, aunque su masa así parezca sugerirlo, y también el prejuicio (muchas veces acertado) de que el novelista no ha podido controlarlo todo. Por eso los críticos que resumen, agrupan y simplifican, pierden todo derecho a ser tomados en serio y arruinan su crédito, en este género, en todo los los demás."
Me llamó la atención este párrafo justo cuando andaba metido en la faena de comentar Trastorno, de Thomas Bernhard. El número de anotaciones y de citas que compilé en la primera lectura fue tal que enseguida me vi desarbolado. Sin embargo, me decía, no podía ser de otra manera. Intenté hacer una sinopsis sencilla, luego agrupar las citas por temas, y relacionar algunos pasajes con otras obras, de otros autores y del propio Bernhard. Conforme más ahondaba en el análisis más disperso me parecía el comentario -a estas horas inconcluso, quizás para la eternidad. Es por ello que en una primera valoración coincidí totalmente con la idea de Gracq, un comentario riguroso de una novela debía profundizar en el texto de forma mucho más acentuada de lo que estamos acostumbrados a leer en los suplementos culturales. Luego reflexioné -para bien o para mal-, y terminé pensando en el párrafo de Gracq como algo demasiado reduccionista -quizás anticuado. Ese comentario riguroso demandado por Gracq sería más trabajo intelectual (hablando de Bernhard...) que comentario crítico. Creo que el crítico debe saber sintetizar las bondades -o defectos- del texto sin necesidad de tratarlo línea por línea -con Bernhard uno está tentado de hacerlo, como por ejemplo cuando se lee: "Lo ridículo en los hombres, querido doctor, dijo el príncipe, es realmente su total incapacidad para ser ridículos", ¿qué hacer con semejante genialidad sino citarla literalmente y deambular sobre ella un buen rato?-, ni desvelar toda la trama -ya me decía mi hermano pirlosky cuando le confesé mis apuros para comentar a Kratochvil, "que un comentario no es un resumen de la novela"-, ni excederse en las citas -también me dijeron con respecto a una entrada sobre un relato de Wallace repleto de pasajes originales, "después de leer tu comentario ya no necesito leer el relato". En todos esos casos -aspiración de análisis de grado intelectual superior a la obra analizada, resumen detallado o exceso de citas-, el crítico fracasa, aunque bien mirado, el crítico siempre fracasará, la única crítica perfecta sería la duplicación literal del texto original -lo que nos llevaría a un absurdo, "la cita total"-, y más allá, ese gran comentario que superaría con creces la longitud del texto original -modus impensable pero lógico-, y en el que se verían retratadas todas y cada una de las ideas que pasaran por la mente del crítico conforme avanza en la lectura de la novela -que a su vez iría citada por completo aunque fuera de forma indirecta para dar cuenta del origen de esas ideas. Después de hacer algunos comentarios literarios -y de leer algunos otros- aún no conozco la metodología más adecuada -tampoco es que mi labor de investigación haya sido muy exhaustiva, al borde de la indolencia- para dar a conocer una obra, quizás el objeto inmediato -cuestión discutible hasta lo irracional- de todo comentario literario. No obstante, y con el riesgo que supone establecer un protocolo, creo que el análisis crítico debería contener: sinopsis, análisis formal, análisis de contenido, análisis personal y datos bibliográficos. Con todo ello, un comentario que reúna todas esas intenciones puede no decir nada representativo del libro, y un comentario "rebelde", que las ignore, resultar francamente revelador -si bien lo normal será lo contrario.
Yo haría además dos puntualizaciones cercanas a lo paradójico en relación al texto de Gracq. Si queremos ser consecuentes con el propio texto de Gracq -a lo cual no estamos obligados, pues no comulgamos con él- deberíamos analizarlo línea por línea -por ejemplo, no sé de dónde saca la idea de que el comentario de poesía analiza palabra por palabra el poema, en la mayor parte de crítica de poesía apenas sale a relucir algún que otro verso. Por otro lado, este breve pero intenso texto de Gracq no deja de ser sino un comentario crítico del comentario crítico novelesco -algún día quizás sea considerado como otra forma novelesca, me refiero al comentario crítico novelesco no al comentario de comentario crítico novelesco-, es decir, si Gracq fuera consecuente -y él sí estaria obligado a serlo-, hubiera tenido que analizar línea por línea todos esos comentarios literarios que él cree deficitarios e incluirlos en su "párrafo" -algo absurdo. Es decir, el párrafo de Gracq sucumbe -como no podía ser de otra manera- ante su propio argumento crítico, la necesidad de sintesis.

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